Un trágico suceso sacudió la costa occidental de Los Gigantes, en Tenerife — islas Canarias — cuando una ola anómala arrasó una popular piscina natural, arrastrando al mar a varios bañistas.
Según informan las autoridades, cuatro personas perdieron la vida y al menos una continúa desaparecida.
El incidente ocurrió el domingo 7 de diciembre de 2025, alrededor de las 16:07, en la zona del Isla Cangrejo, bajo los acantilados de Los Gigantes. Aunque la piscina había sido cerrada al público desde el 3 de diciembre debido a una alerta por mar agitado, decenas de personas —entre turistas y locales— ignoraron las señales de advertencia.
Las olas rompieron con tal violencia que superaron la barrera de cemento diseñada para proteger la piscina, dificultando cualquier intento de rescate. Testigos describieron cómo, en cuestión de segundos, el agua se llevó a los bañistas hacia el mar abierto: “la piscina pasó de estar llena a completamente vacía” en un instante.
Durante las operaciones de emergencia, equipadas con motos de agua, helicópteros, servicios médicos y rescatistas marítimos, se recuperaron tres cuerpos en la tarde del domingo: un hombre de 35 años, una mujer de 55 y otro hombre cuya edad no fue divulgada.
Una cuarta víctima, una mujer rescatada en paro cardiorrespiratorio, fue hospitalizada en estado grave y falleció al día siguiente. Además, al menos otra persona resultó herida y otra permanece desaparecida.
Vecinos y residentes locales señalaron la extrema peligrosidad de ese tipo de piscinas durante temporal marítimo: las rocas volcánicas bajo la superficie son resbaladizas y, una vez arrastrados al agua, los bañistas casi no tienen posibilidades de volver a aferrarse.
Las autoridades del municipio Santiago del Teide, representadas por el alcalde Emilio Navarro, emitieron su consternación por la tragedia y urgieron a la población a respetar siempre las señales de seguridad. El dispositivo de búsqueda continúa activo para localizar al posible desaparecido.
Este suceso revive el debate sobre la seguridad en zonas costeras, especialmente en destinos populares como Tenerife, donde el turismo convive con peligros naturales. Pese a la existencia de advertencias, vallas y prohibiciones, la combinación de descuido, ignorancia del riesgo y condiciones marítimas extremas puede convertirse en una mezcla letal.
Más allá del dolor y la pérdida, la tragedia sirve como un recordatorio sobre la necesidad de respeto y precaución ante la fuerza del mar: la naturaleza no admite descuidos, especialmente cuando advierte con señales claras.
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