España está dando pasos significativos en su camino hacia la sostenibilidad, impulsada por un fortalecimiento del Standard Ethics Spanish Index, que evalúa el compromiso ESG (medioambiental, social y de gobernanza) de las principales empresas cotizadas del país.
Esta mejora refleja no solo un cambio cultural en el tejido empresarial español, sino también una apuesta cada vez más clara por inversiones responsables y sostenibles.

Según los últimos análisis de Standard Ethics, varias compañías españolas han logrado mejoras destacables en sus calificaciones de sostenibilidad. Por ejemplo, entidades como Banco Santander, Mapfre y Viscofan han tenido un upgrade en su “Corporate SER” (Standard Ethics Rating), lo que demuestra un progreso tangible.
Este avance no es casual: está respaldado por una creciente conciencia empresarial y por la presión de los inversores para que las empresas adopten políticas más verdes y transparentes. Standard Ethics señala que el porcentaje de sociedades españolas con un “Sustainable Grade” ha aumentado, lo cual es un indicador clave del fortalecimiento de la responsabilidad corporativa en España.
Índice verde europeo
Por otra parte, el Standard Ethics Spanish Index sigue siendo un índice de referencia porque incluye 40 de las empresas más grandes del país, ponderadas según su rating ESG. Este índice es “open free”, lo que significa que la metodología, los criterios de selección y el sistema de cálculo son públicos.

También es interesante destacar que el crecimiento verde de España no se limita a las grandes empresas. Existe un Standard Ethics Mid Spanish Index que escala su enfoque hacia compañías de mediana capitalización, evaluando cómo estas empresas medianas están integrando la sostenibilidad en su modelo de negocio.
Este impulso hacia un perfil más “verde” no solo alinea a España con las prioridades de la Unión Europea, sino que también puede traer beneficios económicos reales: atracción de inversiones responsables, reducción de riesgos relacionados con el cambio climático y mejora de la reputación de sus empresas a nivel internacional.
No obstante, los retos persisten. No basta con obtener buenas calificaciones: las empresas deben demostrar que sus declaraciones ESG se traducen en acciones concretas y sostenibles. Además, el mercado debe seguir incentivando con fuerza a aquellas compañías que lideren este cambio, mientras se monitorea de cerca su evolución para evitar el «greenwashing» (usar la sostenibilidad como fachada).
En resumen, la “escalada” de España en el índice verde europeo significa una transformación real y estratégica: cada vez más empresas españolas no solo hablan de sostenibilidad, sino que la integran en su ADN corporativo.





