Hace unos días, España vive un episodio de calor extremo que ya se siente en cada esquina. Las temperaturas suben sin tregua y eso no es un simple dato meteorológico, es una señal de alarma.
Varios diario locales han confirmado que una mujer de 61 años y un joven de 22 fallecieron a causa de golpes de calor en Andalucía.

A la vez, vecinos de la península ibérica están bajo alerta, y no solo aquí. Francia y el Reino Unido también registran el pulso térmico: sus sistemas de emergencia ya están en guardia.
Cuando vives en un país mediterráneo, estás acostumbrado al calor. Pero esto no se parece a un verano típico. Es calor abrumador, cansancio que no cede, noches de insomnio. Recuerdo estar en Sevilla en otro julio extremo, sentir la ciudad arder hasta la madrugada. Esa sensación de pesadez que te atrapa en el cuerpo… Pues bien, esto va por ese camino, con más urgencia y preocupación.
Los hospitales locales admiten casos de deshidratación severa y agotamiento. Personas mayores y quienes trabajan al aire libre están al límite. Se extienden recomendaciones claras: beber agua con frecuencia, evitar salidas entre las 12 y las 17, y permanecer en lugares frescos mientras dure la ola. Las autoridades insisten en que no se trata de exagerar, sino de actuar con precaución real.
Calor extrema en Espana
No es algo que suceda solo en un lugar remoto. Las ciudades costeras—donde uno espera alivio del mar—tampoco se quedan fuera. Esa idea de que junto al mar se respira… pues esta vez no. Las temperaturas no bajan lo suficiente ni en la noche.

Los incendios son otro frente preocupante. El terreno seco se vuelve un problema colectivo. Basta una chispa para que el fuego se propague. En ese contexto, cada vecino siente una responsabilidad compartida: cerrar basura, no encender fuego al aire libre y estar atentos a las señales de humo.
En países vecinos, los sistemas sanitarios y de emergencia ya están activados. Francia y Reino Unido siguen la situación con lupa. No es casualidad que estén también en estado de alerta. El calor no respeta fronteras.
Lo impactante es que no estamos hablando de cifras o titulares lejanos. Esto es ya, aquí y ahora. Por eso conviene mirar alrededor con atención. Si vives en una ciudad costera, rural o en el interior, protegerte implica sencillas decisiones cotidianas: hidratarse, evitar el sol del mediodía, cuidar a quienes viven solos. Y si tienes acceso a transporte, piensa en usarlo para acceder a espacios con aire acondicionado, como bibliotecas o centros comerciales.
Quizás esto sea un llamado para repensar cómo hacemos frente al calor en nuestros días. Tal vez sea el momento de replantear espacios urbanos, hábitos de calle o cómo respondemos cuando el termómetro no baja ni un grado. ¿Te has preguntado qué pequeños cambios podríamos adoptar para no sentirnos tan vulnerables cuando el calor gira sin freno?